Líderes cínicos
Los que somos líderes en la iglesia tenemos la tentación constante de caer en el cinismo. Este cinismo ocurre porque en el ministerio, vemos tanto lo bueno como lo malo: los grandes logros y también la hipocresía, personas infieles, amigos que nos dejan, creyentes que caen, y personas que se entregan al pecado. Por ver el tiempo que invertimos en las personas, sin ver resultados, nos hace sentir que estamos perdiendo el tiempo, y nos hace volver más y más cínicos.
Fácilmente llegamos a esperar lo peor. Perdemos la expectativa que Dios va a obrar, y nos volvemos indiferentes y cínicos — esperando lo peor —.
Este cinismo arruina nuestro ministerio, porque nos hace ministrar de una perspectiva negativa. Llegamos a esperar lo peor en toda situación y de todas las personas. No esperamos que Dios cambie a las personas. Y por lo tanto, no trabajamos positivamente; trabajamos bajo la sombra de la actitud que todo va a salir mal.
Ser líder es esperar lo mejor
Si vamos a ser líderes eficaces en la iglesia de nuestro Señor, tenemos que ser positivos y siempre esperar lo mejor.
Tenemos que ser así a pesar de que la realidad es que muchas veces las cosas salen mal. En nuestra naturaleza humana, todos somos rebeldes y muchas veces escogemos malos caminos y tomamos malas decisiones.
No obstante, podemos ser positivos porque nuestra esperanza es que creemos en un Dios que cambia personas. Nuestro Dios salva; regenera — da nuevo nacimiento —; pone en las personas rebeldes el deseo de seguirle; nos mantiene fiel en su camino; termina la obra que empieza en sus hijos.
Filipenses 2:13 Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para a Su buena intención.
Filipenses 1:6 Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Nuestro Dios salva y transforma. Por esto podemos esperar lo mejor cuando trabajamos en su Reino, y por esto la llamada para nosotros es que:
Rechacemos el cinismo
Trabajemos positivamente, siempre esperando lo mejor. Al ministrar, debemos esperar que Dios haga un milagro en cada persona; debemos siempre imaginar cómo sería si Dios obrara y transformara a las personas que guiamos.
¡Seamos líderes que siempre esperan lo mejor, quienes Dios usa para ser sus instrumentos de transformación!